La Educación en la Química en Argentina
y en el Mundo
RESEÑA DEL LIBRO ENSEÑAR
QUÍMICA. DE LAS SUSTANCIAS A LA REACCIÓN QUÍMICA (2020). AURELI CAAMAÑO
(COORD.), EDITORIAL GRAÓ, BARCELONA.
Reseña
realizada por Dra. Lydia Galagovsky
Centro de Formación e Investigación
en Enseñanza de las Ciencias. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales,
Universidad de Buenos Aires.
Con
entusiasmo escribo estas líneas para recomendar la lectura del texto Enseñar
química. De las sustancias a la reacción química, de reciente
publicación en versión impresa y digital por Editorial Graó
–Barcelona–. Se trata de una extensa recopilación de trabajos monográficos
publicados en la revista Alambique, desde 2015, con el aporte de 30 profesores de diferentes países (España,
Portugal, México, Inglaterra y EUA).
Con
la excelente coordinación llevada adelante por el Dr. Aureli
Caamaño, el libro nos hace reflexionar y tomar conciencia sobre la complejidad
de la enseñanza de los conceptos y modelos fundamentales detallados en el
currículo de química de secundaria, y los consecuentes problemas de aprendizaje
que frecuentemente se derivan de esta situación.
Las
diferentes secciones del libro ordenan los trabajos monográficos para acomodarlos de tal forma de partir de discusiones
clasificatorias hasta llegar al final con modelos submicroscópicos
más sofisticados. Estas secciones son: Sustancia química, Enlace químico
y estructura, Reacción química, Modelos atómicos y tabla periódica, y Teoría
atómico-molecular.
Un
punto destacable de la configuración del libro es que está dirigido a docentes
de química, escrito por expertos en química formados o activamente interesados
en cuestiones didácticas. Esta peculiaridad lo hace sumamente interesante pues
los autores reconocen que la química como disciplina científica, así como su
enseñanza, constituyen verdaderos retos para profesores y profesoras. Uno de
los abundantes ejemplos es el que nos da cuenta de la urdimbre conceptual que
subyace desde el primer intento de clasificaciones de “sustancia”, “elemento”,
“enlace”, y cómo esas ambigüedades desmerecen la coherencia teórica y
dificultan el tratamiento didáctico de modelos fundamentales de la química
escolar.
En
su riqueza comunicativa, el libro no sólo hace señalamientos sobre
complejidades sino que hace aportes concretos y profundos para corregir,
superar y explicar por qué algunos enfoques de enseñanza no ayudan a superar
las dificultades conceptuales involucradas en esos temas.
Bajo
una atenta custodia epistemológica, los autores se muestran comprometidos con
señalar la naturaleza modelizadora y argumentativa de
la ciencia química y exigen su necesaria correspondencia y articulación con la
química escolar, poniendo en evidencia cómo ciertas frecuentes ideas plasmadas
en la enseñanza comunican concepciones deformadas de ciencia. Capítulos con
aportes desde la historia y la filosofía ayudan a diseñar una química escolar
en la cual las entidades teóricas tendrán sentido para los alumnos y alumnas, a
partir de discriminar los contextos en los cuales emergieron dichas entidades.
Por ejemplo, las monografías sobre el desarrollo de la teoría atómica moderna
contribuyen con ideas que ayudarán a los docentes a que sus estudiantes puedan
apreciar la necesidad de construcción de entidades químicas teóricas.
Trabajos
prácticos concretos, citas bibliográficas y páginas web son recomendaciones
frecuentes en los diversos capítulos del libro, mostrando su concepción de
instrumento de reflexión metacognitiva sobre la
enseñanza, derivado tanto de la investigación en el área de la didáctica de la
química como de la amplia experiencia docente de sus generosos autores.
Finalmente,
el libro Enseñar química. De las sustancias a la reacción química
constituye una fuente de autoconocimiento para todo docente de química que se
enfrenta a la tarea de enseñar una disciplina con evidencias macroscópicas del
mundo que experimentamos, pero explicables únicamente a partir de niveles
simbólicos de interpretación mediados por modelos cuyas representaciones y lenguajes
se adaptan o simplifican ad hoc; es decir, usando explicaciones con
códigos variables, entendidos por los expertos, pero que complican el
aprendizaje de estudiantes nóveles, desmotivándolos. Por ejemplo, cuando se
dice que una bola metálica brillante está formada por una red prácticamente
infinita de cationes inmersos en un mar de electrones, pero se ha indicado
simultáneamente que esas entidades tienen mucho espacio vacío entre ellos.
Las
diferencias entre entidades teóricas “submicroscópicas”
inobservables de las explicaciones químicas, y aquello macroscópico
directamente percibido por los sentidos, es difícil de comprender. Así, no
puede evitarse que la química en la educación secundaria sea muy abstracta,
compleja, difícil de asimilar para la mayoría de los estudiantes quienes,
además no le encuentran relevancia para sus vidas. Sin embargo, aún sin cambios
en los currículos tradicionales, es necesario revertir este escenario. En este
sentido, el libro Enseñar química. De las sustancias a la reacción
química es un excelente y valioso aporte.